Cómo gestionamos las emociones con la inteligencia emocional

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Irónicamente, la inteligencia emocional hace referencia a la supresión de la emoción y el dominio de la razón. El hombre puede acercarse a las realidades y regir sus acciones por esas dos aristas: La emoción y la razón. Sin embargo, la emoción a la que se refiere el tema de toma de decisiones va inclinado a un plano sentimental, un poco distinto al cual hace referencia la tesis de Daniel Coleman, uno de los pioneros teóricos sobre éste tema.

Daniel Coleman utiliza el concepto de la emoción de una manera más literal, y cuando habla de la palabra y su significado se refiere a la capacidad de “moverse hacia”. Esto es aplicado en la capacidad para la toma de decisiones importantes en un entorno, en el caso de nuestro artículo, el entorno laboral.

Es sabido que un gran porcentaje de los CEOs de todas las compañías en el mundo son escogidos por su gran CV y capacidad de liderazgo, el cual decae cuando trata con sus emociones, por ello, el concepto de líder ha ido adaptándose cada vez más al de la capacidad de tener un dominio emocional frente a situaciones de presión o tranquilidad.

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL, EL ARTE DE LAS BUENAS DECISIONES.

Como se explicó, la inteligencia emocional hace referencia a la capacidad de moverse hacia algo de una manera eficaz y con el dominio de los sentimientos. El problema de la mayoría de los líderes empresariales que se enfrentan a decisiones de alto riesgo, es que dejan que sus emociones y sentimientos predominen sobre el uso de la razón, tema que incluso es considerado uno de los grandes causantes del deterioro de la ética en la modernidad, la cual Charles Taylor, a través de su libro “La modernidad líquida”, plantea.

El uso de la razón sobre el sentimiento para realizar juicios y tomar decisiones, nos ayuda a mantenernos enfocados hacia lo que es bueno en sí mismo, y no lo que nosotros creemos que es bueno para nosotros o el equipo. Hay una gran diferencia entre una y otra cosa, puesto que, si nos dirigimos hacia las decisiones que son buenas en sí mismas, a largo plazo o de manera inmediata, nos dará una bien dicha decisión, a nosotros y nuestro equipo de trabajo, caso contrario sucede cuando la inteligencia emocional falla y tomamos decisiones basándonos en nuestros sentimientos, que muchas veces muestran las cosas de una manera desenfocada y poco clara, habiendo grandes riesgos de habernos equivocado.

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